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	El amor afectivo es sospechoso, si no es efectivo. Ilusión de algunas personas. Sólo las obras 	nos siguen. Unir la oración con la vida apostólica. San Vicente conferencia 171. SOBRE EL AMOR DE DIOS.  pp.733-734
		
Amemos a Dios, hermanos míos, amenos a Dios, pero que sea a costa de nuestros brazos, que sea con el sudor de nuestra frente. Pues muchas veces los actos de amor de Dios, de complacencia, de benevolencia, y otros semejantes afectos y prácticas interiores de un corazón amante, aunque muy buenos y deseables, resultan sin embargo muy sospechosos, cuando no se llega a la práctica del amor efectivo: «Mi Padre es glorificado, dice nuestro Señor, en que deis mucho fruto» ( Juan 15,8). Hemos de tener mucho cuidado en esto; porque hay muchos que, preocupados de tener un aspecto externo de compostura y el interior lleno de grandes sentimientos de Dios, se detienen en esto; y cuando se llega a los hechos y se presentan ocasiones de obrar, se quedan cortos. Se muestran satisfechos de su imaginación calenturienta, contentos con los dulces coloquios que tienen con Dios en la oración, hablan casi como los ángeles; pero luego, cuando se trata de trabajar por Dios, de sufrir, de mortificarse, de instruir a los pobres, de ir a buscar a la oveja descarriada , de desear que les falte alguna cosa, de aceptar las enfermedades o cualquier cosa desagradable, ¡ay!, todo se viene abajo y les fallan los ánimos. No, no nos engañemos: Totum opus nostrum in operatione consistit.
	Y esto es tan cierto que el santo apóstol nos declara que solamente nuestras obras son las que nos acompañan a la otra vida. Pensemos, pues, en esto; sobre todo, teniendo en cuenta que en este siglo hay muchos que parecen virtuosos, y que lo son efectivamente, pero que se inclinan a una vida tranquila y muelle, antes que a una devoción esforzada y sólida. La Iglesia es como una gran mies que requiere obreros, pero obreros que trabajen. No hay nada tan conforme con el evangelio como reunir, por un lado, luz y fuerzas para el alma en la oración, en la lectura y en el retiro y, por otro lado, ir luego a hacer partícipes a los hombres de este alimento espiritual. Esto es hacer lo que hizo nuestro Señor y, después de él, sus apóstoles; es juntar el oficio de Marta con el de María es imitar a la paloma, que digiere a medias la comida que toma, y luego pone lo demás en el pico de sus pequeños para alimentarlos. Esto es lo que hemos de hacer nosotros y la forma con que hemos de demostrar a Dios con obras que lo amamos. Totum opus nostrum in operatione consistit.
¿Como podemos  hacer concreto el amor a Dios para que los otros se sientan amados por El ?
¿Qué hago por  los  más necesitados ?
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