La Historia nos demuestra que siempre ha habido dificultades para hacer legible el Evangelio como decía Jesús:


«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve. ( Juan, 22, 14-23, )

No es cuestión de reorganizaciones ni de distribuciones, es cuestión de identificarse con Jesús de vivir a su estilo y a su manera de   ser más fieles en su aceptación de su voluntad sin querer adaptarla a la nuestra. Tenemos que madurar dejando fermentar en su corazón el Evangelio. “Todos somos hermanos”. El que sigue a Jesús no puede permitirse tener actitudes infantiles ni gregarias. Ni ambición ni deseos de poder… Tenemos que ser auténticos testigos que saben a quién sirven y a quien siguen. Por quien luchan y por quien viven. Santa Luisa de Marillac decía a las hermanas que su comunidad tenía que ser al ejemplo de la Trinidad.  Cada una de las personas con su función: El Padre crea, el Hijo Salva, el Espíritu Santifica… y los tres un solo Dios.

Si cada una asume en su estar su propia función y servicio y como dice San Pablo sin creerse más que nadie. Si cada uno ama de corazón a su hermano o hermana poniéndole antes que su propia vida… los pobres y sencillos volverán a descubrir a Cristo en nuestras vida y decir otra vez : “Mirad como se aman”

Renovarse o morir.

Es una realidad que no se puede esquivar. El mundo camina sin parar y a cada situación hay que darle una respuesta adecuada. Situarse ante ella con valentía y generosidad sabiendo que uno tiene que ser fiel a su propia identidad, sin traicionar su ideal. Ser suple con las formas en que ha de manifestarse en el presente para ser legible.

             Es una realidad que se debe asumir profundamente en la vida. No es cuestión de pequeños retoques y maquillajes. Es cuestión de actitudes y de actualizar en nuestra vida el Evangelio sin ambages ni interpretaciones forzadas para adaptarlo a nuestros gustos y deseos sino adaptar nuestra vida a la Palabra de Jesús.

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